Shibori o el arte de atar

El rebozo de bolita es en México un símbolo de pertenencia, como el sarape y el sombrero ancho. En Oaxaca todavía lo vemos en uso en muchas comunidades rurales: nos son familiares sus barbas anudadas y sus diseños punteados, pero ignoramos el secreto que guarda y el esfuerzo que implica su fabricación. Antes de tejer, la urdimbre de la prenda se cubre de amarres diminutos, para luego bañarla en el tinte preferido –negro aplomado, añil, rojo vino – y después rasurar los nudos para revelar su impronta blanca, como una espolvoreada fina y regular de azúcar que forma rombos, culebrillas y un sinfín de figuras sutiles. Todo esto antes de insertar la primera trama en el telar.

Hilar el viento – Los tejidos mexicanos de pluma

Hace 10 años nos embarcamos en una travesía para conocer más acerca de una de las expresiones artísticas y culturales más importantes del mundo mesoamericano: los textiles emplumados. En 2006, el Museo Textil de Oaxaca aún no tenía sus muros construidos y apenas había un puñado de personas involucradas en el proyecto, pero ya se contaba con piezas fantásticas con las cuales tender la urdimbre con la que iríamos tejiendo nuestro camino. Una de las piezas más emblemáticas de la colección de este Museo llegó en ese entonces: el tlàmachtēntli de Madeline, bautizado así en honor a Madeline Humm de Mollet, pues fue ella quien lo halló en un mercado de pulgas en la ciudad en Puebla a finales de los años 1980

Jëkiiy: Homenaje a la maestra tejedora Irene Encarnación Bartolo

Irene Encarnación Bartolo vive en San Juan Cotzocón, de donde es originaria. Cotzocón es la cabecera de uno de los municipios más grandes de Oaxaca, que forma parte del distrito Mixe en el noreste del estado. El distrito recibe su nombre del pueblo indígena asentado en ese territorio, llamado miix por sus vecinos zapotecos, si bien ellos se designan a sí mismos ayuuk. Su lengua pertenece a la familia mixe-zoque, cuyo centro de distribución es el Istmo de Tehuantepec y que hace siglos ocupaba las tierras bajas de una extensa franja costera, tanto del lado del Pacífico como a orillas del Golfo de México. Todo indica que la gente que construyó La Venta, San Lorenzo, Tres Zapotes y otras ciudades de la planicie tropical hace más de dos mil años, a quienes llamamos “olmecas”, hablaban una lengua de la misma familia. Los textos más antiguos que se conservan en el Continente Americano, grabados en una vasija de barro en esa lengua, parecen referirse al tejido y al teñido. Irene es heredera, por lo tanto, de una tradición textil milenaria.

Hilo Rojo No. 3047 – Ornella Ridone

Bordar vestidos ha sido una actividad esencial para generaciones de mujeres de mi familia. En mi obra, retomo esta actividad para llevarla a una dimensión expresiva contemporánea. En esta propuesta, muestro una serie de prendas femeninas en color blanco que he venido bordando en los últimos dos años con hilo de color rojo. Transformo el bordado en un lenguaje propio, para abordar el tema de las dinámicas familiares inconscientes.

El encanto de las prendas ajenas: las artes textiles frente al turismo

La revolución industrial hizo crecer a la clase media en Europa y Norteamérica, un nuevo perfil de la población urbana que trajo consigo cambios culturales profundos. El incremento en los ingresos de un amplio sector de la ciudadanía en esos países propició que los viajes de placer se convirtieran en itinerarios redituables y multitudinarios a partir del siglo XIX.

Miel y vino, hilo y aguja: Maravillas del maguey

En 1753, Carlos Lineo (padre de la taxonomía, la clasificación de los seres vivos) eligió el nombre “agave” (del griego  γαυός, ‘noble’ o ‘admirable’) para designar a un grupo de plantas americanas que lo impresionaron y que él reconoció como un linaje distinto de las sábilas y aloes de África y Arabia, aunque a primera vista parecieran ser parientes. Después de recorrer las montañas y desiertos del hemisferio occidental estudiando su flora, varias generaciones subsecuentes de biólogos han validado la propuesta de Lineo: los magueyes son, en efecto, un grupo de plantas con una historia evolutiva diferente de sus contrapartes en el Viejo Mundo. Su distribución natural va del suroeste de Estados Unidos hasta Colombia y Venezuela, incluyendo las Antillas. México es el país con el mayor número de agaves y Oaxaca es la región con la diversidad más alta de especies, muchas de ellas endémicas (es decir, que no crecen de manera silvestre fuera del estado).

El rebozo: don de la Llorona

Prototipo vistoso entre los tejidos mexicanos para uso femenino, la prenda que exponemos aquí se nombraba antiguamente “paño de rebozo”. Pasó a las lenguas indígenas como payun (chatino de Tataltepec), ba’ai (zapoteco de Quiaviní), püy (huave de San Mateo del Mar) y otras formas derivadas del español “paño”. Ese tránsito lingüístico es significativo por sí mismo, en tanto que sugiere que los pueblos mesoamericanos no lo reconocían como un formato propio. Debatidas desde hace décadas, las raíces del rebozo trazan un origen híbrido, donde un modelo externo se amalgamó con el telar de cintura, según creemos. Más que el sarape masculino, el paño labrado y sus rapacejos (los flecos adornados con labores anudadas, trenzadas o entorchadas) nos remiten al siglo XVIII, cuando México era crisol de culturas y encrucijada del comercio mundial. Se ha querido ver en el rebozo reflejos de la Nao de China y los tejidos orientales, pero investigaciones recientes apuntan a un vínculo fuerte con las tradiciones islámicas, tanto en su técnica como en su diseño.

Historias de ciudades

Desde la antigüedad y hasta nuestros días, pueblos plegables de muros blandos y fachadas textiles han viajado -y siguen desplazándose- motivados por las estaciones, la geografía y las necesidades de sus habitantes constructores, algo que no escapó a la infinita curiosidad de Katharina von Arx. Durante la Edad Media, en la Casa del Prior en Romainmôtier, Suiza (donde Katharina vivió durante más de cincuenta años), así como también en moradas semejantes de Europa abocadas a recibir grandes personajes de la época con sus numerosas comitivas, se desplegaban grandes telas, tapices o gobelinos sobre las fachadas y paredes monumentales, con el fin -entre otros- de conservar el preciado calor en su interior durante el mayor tiempo posible. Resultado del esfuerzo colectivo, estas grandes telas ilustradas, presentes en todos los eventos y celebraciones importantes, siempre contaban historias a manera de crónicas: constituían una especie de historia oral-visual plegable y flexible que se transmitía de horizonte a horizonte en su perpetuo andar.

René Ramírez Ordóñez, coreógrafo y coleccionista veracruzano

Hace algunos años, una mujer joven quiso demostrarle afecto a su madre confeccionándole una falda de fiesta. Bordó con enorme dedicación y paciencia figuras complejas en punto de lomillo sobre muselina. La tradición de su pueblo dicta que el ruedo de la enagua luzca un diseño en rojo, y así lo hizo la hija abnegada. Su madre nunca la había tratado bien, pero la joven estaba decidida a hacer patente su amor incondicional. Sin romper el canon textil de su comunidad, ella se esforzó en lograr las puntadas más finas y la cenefa más ancha que podía lucir la prenda, como prueba de su devoción. Era el presente más significativo que una mujer podía ofrecerle a otra en ese rincón de México. El triste desenlace de la historia es que la madre rechazó el regalo y la hija quedó tan dolida que decidió entonces vender el testimonio de su cariño.

Lienzos para estar con Dios: Textiles rituales de cuatro continentes

Hemos reunido en este Museo un acervo que busca relacionar los tejidos de Oaxaca y de México con las tradiciones textiles de otras regiones del mundo, a fin de mostrar al público algunos paralelos y contrastes en sus materiales, técnicas y diseños. Al estudiar las artes del telar en distintas latitudes, los hilos se convierten en vínculos que enlazan las experiencias y los gustos de gentes que a primera vista parecen ser disímiles y distantes. Conforme vamos integrando pieza por pieza una colección global, hemos congregado sin querer un grupo sobresaliente de textiles que nos hablan de la vida interior de los pueblos de Oceanía, Asia, África y América. De manera inevitable, nuestro interés en ciertas estructuras de tejido altamente ingeniosas y ciertos diseños particularmente meritorios nos ha conducido a prendas que la gente hizo movida por su fe.