Presentación

Y este Huitzilopochtli, según se decía,
era un portento,
porque con sólo una pluma fina,
que cayó en el vientre de su madre Coatlicue,
fue concebido.
Códice Florentino

En 2006, nos embarcamos en una travesía para conocer más acerca de una de las expresiones artísticas y culturales más importantes del mundo mesoamericano: los textiles emplumados.  En ese entonces, el Museo Textil de Oaxaca aún no tenía sus muros construidos y apenas había un puñado de personas involucradas en el proyecto, pero ya se contaba con piezas fantásticas con las cuales tender la urdimbre con la que iríamos tejiendo nuestro camino.  Una de las piezas más emblemáticas de la colección de este Museo llegó en ese entonces: el tlàmachtēntli de Madeline, bautizado así en honor a Madeline Humm de Mollet, pues fue ella quien lo halló en un mercado de pulgas en la ciudad de Puebla a finales de los años 1980.

El tlàmachtēntli es sólo un fragmento de lo que debió haber sido un huipil extraordinario, no obstante, entre sus hilos logramos vislumbrar la sofisticación técnica y estética del arte indígena de hace 300 años. Solamente se han documentado otros cinco textiles con características similares a este tejido: tres de ellos se encuentran en México, uno en Roma y otro más en Nueva York.  Las seis piezas son mexicanas, fueron elaboradas entre los últimos años del siglo XVII y los primeros del XVIII y comparten una peculiaridad sumamente especial: cada una de ellas cuenta con distintas variantes de hilos de algodón entretorcido o hilado con plumón de pato.  El plumón es la pluma más pequeña y flexible que se encuentra en las aves, generalmente en la zona del pecho; su flexibilidad le permite ser hilada o torcida con otras fibras, como el algodón.  Salvo dos piezas procedentes de San Miguel Zinacantepec, Estado de México, es difícil saber con exactitud dónde se hicieron las demás.  Sin embargo, las relaciones geográficas del siglo XVI describen numerosos poblados (algunos de ellos ubicados en Oaxaca) donde se apreciaban plumas incorporadas a la vestimenta.  Si bien es posible encontrar el uso de textiles con plumas en otras regiones del mundo (como en los Andes, en el Amazonas, en las islas del Pacífico e incluso en las costas este y oeste de los Estados Unidos), todo parece indicar que los hilos emplumados son una exclusividad de la cultura mesoamericana y en particular, de las culturas que se establecieron en lo que hoy conocemos como México.

Los resultados de las investigaciones en torno a estas piezas no han quedado sellados en archivos, sino que han sido compartidos con artistas del telar procedentes de Puebla, Guerrero y Oaxaca, con el ánimo de revivir un conocimiento que se fue perdiendo con el paso de los años y que al parecer, sólo sobrevivió en un pequeño poblado del municipio de Chicontepec, en Veracruz.  Los encuentros propiciados durante los últimos años han captado la atención de mentes curiosas, intrépidas y ávidas de experimentar con nuevos materiales.  El entusiasmo que ha despertado el tema, los estudios que se han seguido realizando y el talento de corazones creadores, han dado pie al paulatino perfeccionamiento del hilado, teñido y tejido con pluma.

La exposición en línea que presentamos en este sitio busca construir un puente entre las piezas emplumadas novohispanas y las primeras creaciones del siglo XXI que presentan esta técnica, elaboradas en 2016.  Como las aves que surcan los cielos, migrantes y portadoras de noticias de un lugar a otro, los textiles que mostramos sólo han sido posibles gracias al establecimiento de una red de intercambio y colaboración.  El plumón de ganso ha viajado desde el otro lado del Atlántico para luego convertirse en hilo en San Sebastián Río Hondo y Teotitlán del Valle.  La grana cochinilla, el añil, el zacatlaxcalli y el huizache se han unido para crear una rica paleta de colores, más amplia incluso que la que se observa en las piezas que han sobrevivido al paso del tiempo.  Los telares de Oaxaca, de Chiapas y de California han acogido entre sus hilos a un material tan etéreo como el plumón que vuela con tan sólo respirar.  El hilo emplumado no sólo se ha abierto paso entre la urdimbre y la trama, sino que ha encontrado un camino para insertarse en prácticas textiles contemporáneas.  A pesar de las diferencias que cada obra presenta, todas están vinculadas por medio de los hilos emplumados y estos, a su vez, derivan directamente de las técnicas de hilado y de teñido empleadas en la elaboración de las piezas virreinales.

Diego Durán explica en su Historia de las Indias de la Nueva España e Islas de la Tierra Firme, escrita en la segunda mitad del siglo XVI, que las plumas son la sombra de los grandes señores y reyes.  Al presenciar las obras que habitan en este espacio virtual, percibimos una sensación distinta: es verdad que se palpa la grandeza prehispánica de la que habla Durán, pero también se aprecia luz, energía y dinamismo.  Estos ejemplos no son sólo sombras que se escabullen cuando aclara, son prueba fehaciente del espíritu humano y de la inagotable fuente creativa a la que todos podemos acercarnos para aplacar nuestra sed.  Ante un panorama donde las tinieblas se extienden hacia múltiples direcciones, las plumas nos obligan a buscar las corrientes de aire más favorables para seguir construyendo, seguir avanzando y seguir creando.  Como las aves, sacudamos el polvo de nuestro plumaje y levantemos el vuelo.