Y este Huitzilopochtli, según se decía,
era un portento,
porque con sólo una pluma fina,
que cayó en el vientre de su madre Coatlicue, fue concebido.
Códice Florentino
La materia prima para elaborar el hilo emplumado es el plumón, pues al conformarse exclusivamente por suaves bárbulas, sin una estructura rígida como la que se encuentra en plumas más grandes, el plumón es capaz de anclarse y torcerse con las fibras del algodón. El plumón se encuentra principalmente en la zona del pecho de todas las aves y es el primer tipo de pluma que a éstas les crece después de nacer.
El plumón empleado en la mayoría de las piezas que se muestran en este sitio se obtuvo a través de una compañía estadounidense que cuenta con certificación de estándar responsable de plumón, avalada por la asociación mundial del Textile Exchange. Dicha certificación se otorga tras numerosas y constantes auditorías para asegurarse de que el plumón de ganso, además de ser de excelente calidad, se obtiene sin ningún maltrato animal.
Se han identificado dos especies de patos en las telas emplumadas de época virreinal: el pato moscovita (Cairina moschata) y el pato de collar, también conocido como pato mexicano (Anas platyrhynchos). Además de estas aves, las telas virreinales incluyen plumones de otras especies que aún no han sido completamente identificadas, como un tipo de ganso.
Las relaciones del siglo XVI de las poblaciones de Tecuicuilco, Atepeq, Zoquiapa y Xaltianguiz, en el actual distrito de Ixtlán en la Sierra Juárez de Oaxaca, describen la crianza del pato moscovita:
“Y estas mantas eran listadas de colores y tejidas muchas labores y, por abajo, tenían una como cenefa hecha de labores y, entretejidas por ellas, plumas blancas y de otras colores. Y, para esto, crían unos patos a manera de anadones, salvo que son más grandes y tienen el pico colorado.”
Para elaborar las piezas que se muestran en este sitio, se recurrió al plumón de ganso.
A diferencia de otras expresiones del arte plumaria, donde se aprovecha el color natural de las plumas para la labor a realizar, las telas emplumadas antiguas muestran plumón teñido con distintos tintes naturales, entre ellos: la grana cochinilla (Dactylopius coccus), el añil (Indigofera suffruticosa) y el zacatlaxcalli (Cuscuta tinctoria). Los colores que apreciamos en las piezas antiguas también se obtuvieron a partir de procesos de sobreteñido: por ejemplo, el plumón morado se consiguió al teñir con grana cochinilla y añil, o bien, el plumón de color verde se logró al realizar un teñido en algún colorante amarillo y, posteriormente, un segundo baño en añil.
Las piezas antiguas nos han permitido apreciar que el proceso de teñido se realiza antes del proceso de hilado, lo cual se explica a partir de distintas razones. Por un lado, el hilo emplumado es una combinación de algodón y plumón; el primero es un material de origen celulósico y el segundo, proteico. Los compuestos de proteína (como la lana y la seda) son más fáciles de teñir, mientras que aquellos compuestos de celulosa (como el algodón) no absorben tan bien los tintes. Si el algodón y el plumón se tiñeran en un mismo baño, las fibras de algodón no absorberían el tinte y el hilo, por lo tanto, no ofrecería un color homogéneo. En segundo lugar, las pruebas experimentales nos han mostrado que el hilo emplumado pierde su torsión durante el proceso de teñido debido al efecto del agua y el calor; al perder torsión, las plumas se desprenden del hilo y éste comienza a deshacerse.
Román Gutiérrez Ruiz, experto tintorero y tejedor de Teotitlán del Valle, consiguió una rica paleta cromática sobre plumón a partir de numerosas pruebas de teñido con grana cochinilla, añil, zacatlaxcalli y huizache (Acacia farnesiana). Durante el proceso, Román cuida constantemente la temperatura del agua, tanto en el lavado del plumón, como durante el teñido. Si la temperatura es demasiado alta, el plumón se maltrata.
Otro punto importante a considerar es la relación entre el peso del plumón a teñir y la cantidad de tinte a utilizar. Puesto que las plumas están recubiertas de sustancias grasas que les confieren impermeabilidad y flexibilidad, es difícil conseguir buena absorción del tinte. Por esta razón, el proceso de lavado es sumamente importante, así como el incremento en el porcentaje de materia tintórea para alcanzar colores de gran saturación. Durante sus primeras pruebas de teñido, Román tuvo dificultad en conseguir tonos tan ricos como los que se observan en las piezas de época virreinal. Al cuidar los procesos de lavado y teñido, así como al aumentar los porcentajes de peso de los tintes empleados, no sólo alcanzó la saturación que observamos en los tejidos antiguos, sino que obtuvo una paleta cromática más amplia de la que se observa en las seis piezas virreinales. Así pues, este proyecto de plumaria no aborda exclusivamente el tema de recuperación de saberes, sino que presenta una contribución a las prácticas de teñido contemporáneas.
Este hilo se compone de fibras de algodón que se hilan en malacate junto con plumón. Mediante la técnica de hilado de algodón y plumón se pueden obtener dos tipos de hilos: de uno o de dos cabos, donde cada cabo se compone de algodón y plumón. En la actualidad, este hilo aún se elabora por al menos una tejedora de acuerdo con la tradición de la localidad de Ayacaxtle, municipio de Chicontepec, Veracruz. Para las piezas de este proyecto, los hilos de pluma hilada se trabajaron en dos localidades de Oaxaca: San Sebastián Río Hondo a través del Grupo Khadi, así como en el taller de Román Gutiérrez en Teotitlán del Valle.
En esta variante, primero se hila el algodón en malacate con un alto grado de torsión. Posteriormente, aprovechando ese nivel de torsión, un cabo de algodón se retuerce con un segundo cabo de algodón y con plumón, de tal forma que el plumón queda atrapado entre los dos cabos de algodón. Si los cabos de este hilo se separan entre sí por pérdida de torsión, el plumón se pierde por completo y prácticamente de manera inmediata. Desde el año 2008, Román Gutiérrez se ha especializado en la elaboración de este tipo de hilo.
Una vez que se elaboró un hilo con las características descritas en la sección anterior, se retuercen dos o tres pares de hilos entre sí para lograr un cordón de cuatro o seis cabos. Estos cordones no se han utilizado para tejer, sino para aplicarse posteriormente sobre una superficie textil con la técnica de bordado de hilos tendidos. En esta técnica, los hilos se aplican sobre la superficie siguiendo trazos sumamente libres y se sujetan a la tela base con un hilo más delgado. Pedro Mendoza, de Teotitlán del Valle, elaboró este tipo de hilos para algunas de las piezas que se muestran en este sitio.