Para vestirse de vidrio – La chaquira y sus antecedentes
La historia de las cuentas, es decir, objetos ornamentales ensartados en un filamento, se remonta a tiempos muy tempranos, mucho antes que los seres humanos comenzaran a tejer. Las cuevas excavadas recientemente en las costas del Cabo de Buena Esperanza en el sur de África atestiguan el uso de ocre rojo y conchas hace 110,000 años. Se trata de moluscos de aguas profundas, que habrían perdido cualquier brizna de alimento durante el largo arrastre hasta la playa. Las mujeres y los hombres, y seguramente también los niños, recolectaban esas conchas porque les gustaban; no parece haber otra explicación. Podemos imaginar que juntaban también semillas duras brillantes y otros materiales orgánicos visualmente atractivos que no se preservaron en el registro arqueológico.
El quechquémitl, prenda exclusiva de México
El huipil, la falda de enredo y otros tejidos indígenas tienen contrapartes en otras zonas del mundo. En cambio, el quesquémel, palabra que proviene del náhuatl quechquēmitl (‘prenda del cuello’), sólo se conoce en México. La pintura mural, los códices y la escultura atestiguan su antigua presencia en Oaxaca y el sur de Mesoamérica. Dentro del extenso acervo de cerámica del período clásico de Monte Albán, una de las urnas más imponentes y hermosas representa a una mujer divina arrodillada, ataviada con un rodete de tlacoyales y un quesquémel con el glifo 13 Serpiente en la punta. Otro ejemplo notable de esta prenda durante la época prehispánica en Oaxaca proviene del códice Selden, manuscrito mixteco del período postclásico, donde la señora 6 Mono es acreedora del sobrenombre “Quechquémitl de Guerra” por sus proezas militares.