Mirar por el ojo de una aguja. El arte de Tamara Rivas

En aquel entonces, las blusas del traje típico eran muy escasas. Había que buscarlas en algún baúl de una abuela dispuesta a prestarlas para el baile. Pero no todas las abuelas estaban dispuestas a hacerlo, eran prendas muy apreciadas. Y, cuando se conseguía alguna, su estado de conservación no era el más adecuado, pero no importaba, la blusa se parchaba y la joven la lucía con gran orgullo.
Hace unos 20 años que Soledad Tamara Rivas Vázquez y su esposo Alfonso González Maldonado llegaron a Tlacolula de Matamoros. Para los recién casados, la vida les sonreía y más cuando los premió con su hijo Luis. Ella, originaria de Tabasco, admiraba las costumbres del pueblo de su marido, esa hermosa tierra de Oaxaca que sería su hogar. Se fascinó con la comida, los guisos de las cocineras, los platillos para cada fiesta y, sorprendida de los ingredientes que usaban, encontró en el arte culinario una parte fundamental de la cultura de Tlacolula.