René Ramírez Ordóñez, coreógrafo y coleccionista veracruzano
Hace algunos años, una mujer joven quiso demostrarle afecto a su madre confeccionándole una falda de fiesta. Bordó con enorme dedicación y paciencia figuras complejas en punto de lomillo sobre muselina. La tradición de su pueblo dicta que el ruedo de la enagua luzca un diseño en rojo, y así lo hizo la hija abnegada. Su madre nunca la había tratado bien, pero la joven estaba decidida a hacer patente su amor incondicional. Sin romper el canon textil de su comunidad, ella se esforzó en lograr las puntadas más finas y la cenefa más ancha que podía lucir la prenda, como prueba de su devoción. Era el presente más significativo que una mujer podía ofrecerle a otra en ese rincón de México. El triste desenlace de la historia es que la madre rechazó el regalo y la hija quedó tan dolida que decidió entonces vender el testimonio de su cariño.
Lienzos para estar con Dios: Textiles rituales de cuatro continentes
Hemos reunido en este Museo un acervo que busca relacionar los tejidos de Oaxaca y de México con las tradiciones textiles de otras regiones del mundo, a fin de mostrar al público algunos paralelos y contrastes en sus materiales, técnicas y diseños. Al estudiar las artes del telar en distintas latitudes, los hilos se convierten en vínculos que enlazan las experiencias y los gustos de gentes que a primera vista parecen ser disímiles y distantes. Conforme vamos integrando pieza por pieza una colección global, hemos congregado sin querer un grupo sobresaliente de textiles que nos hablan de la vida interior de los pueblos de Oceanía, Asia, África y América. De manera inevitable, nuestro interés en ciertas estructuras de tejido altamente ingeniosas y ciertos diseños particularmente meritorios nos ha conducido a prendas que la gente hizo movida por su fe.