Furisode, finales del periodo Edo (1800 – 1868)

posib. prefectura de Shiga, Japón

La urdimbre y la trama son de fibra vegetal (asa), hilada y tejida a mano en ligamento sencillo. El teñido se realizó con índigo en técnica de reserva sobre los hilos de urdimbre y trama. El cuello tiene un forro de tela probablemente de algodón, teñida con kasuri.

Previo al cultivo de algodón en Japón en el siglo XVI y a su popularización dos siglos más tarde, la mayor parte de la población vestía fibras más duras, como el cáñamo y el ramio. Estas fibras reciben el nombre de asa. Si bien son fibras resistentes, su proceso de obtención e hilado requiere un arduo trabajo; además, no son térmicas y pueden ser incómodas al tacto debido a su rigidez. Durante el invierno, las personas portaban varias capas hechas de estas fibras para tratar de abrigarse mejor. Por ello, la llegada del algodón significó una revolución tremenda, pues se lograban telas más abrigadoras y, relativamente, de manera más rápida.

Este furisode nos vuelve a presentar una imagen conocida: la grulla. Los pequeños hexágonos que la acompañan son una versión abstracta de la tortuga (kikkō), un símbolo más de longevidad. Las curvas que observamos en el diseño de la grulla se obtienen mediante una técnica denominada e-gasuri, una innovación técnica desarrollada en el siglo XIX en la que se emplean guías en hilo o en placas de madera para amarrar los hilos de trama y así replicar fielmente el diseño deseado.

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